Era tal la ansiedad de todos por iniciar tan esperado viaje, que sin importar que el barco zarpara a las 4 de la tarde, a las 11 de la mañana estábamos todos preparados haciendo fila en el puerto listos para embarcar.
Primer choque cultural… la desconfianza de dejar nuestras maletas en el puerto a merced de no se quién, confiando que nuestras pertenencias subieran al barco junto con nosotros. Hasta que no pudimos más, porque el cuello nos lo permitió, no perdimos de vista nuestras maletas ni al personaje que se dedicó a etiquetarlas. Sin más que hacer, dimos la bendición y todos a la sala de espera…
bueno todos, quizá no!, Juan Carlos decidió que el recién comprado traje, para la cena con el capitán se lo cuidarían en el Red Roof para recogerlo después del regreso del periplo por el caribe.
Finalmente, las ganas de cenar con el capitán pudieron más, y decidió regresar por su no estrenado traje al Red Roof.
Una vez dentro de la sala de espera, comenzó la ansiedad de varios porque no abordábamos y por organizar camarotes, familias e inquilinos de los camarotes… las más emocionadas Andrea y Sofía, porque compartirían camarote con los abuelos!!
Un poco más de una hora de espera, pero el momento llegó finalmente, todos a bordo del Carnival Liberty!!
Jajajaja... yo no sabía que se habían quedado desconfiando del mono que recogió las maletas. Vero y yo salimos pitando de ahí porque nos moríamos de calor y no nos paramos a pensar en ello.
ResponderEliminary yo muy preocupada que porque en mesas diferentes todos regados y al final estuvo padrisimo como nos pusieron ja ja
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