viernes, 5 de agosto de 2011

Finalmente... todos juntos para iniciar la aventura!!


Gracias a la perseverancia de la abuela, finalmente logró realizar el sueño de tener a toda la familia junta disfrutando de unas inolvidables vacaciones… una semana conviviendo a bordo del Carnival Liberty!!!
Congregados los veinticuatro miembros de la familia en Miami, viajando desde México, España, Colombia y Venezuela. Ni la distancia, ni el trabajo, ni las fronteras fueron impedimento… y la cuenta regresiva comenzó con más de seis meses de anticipación.




Primeras dudas…. ¿todos tienen visa?, ¿y que tal si no nos dan la visa?, ¿pasaportes vencidos?, visitas a la embajada, y una vez que todos tenían papeles en regla… comienza otra incertidumbre… ¿al caribe?, ¿a qué islas?, ¿en qué crucero?, ¿qué fechas, para que todos coincidieran?, ¿cuatro, cinco o siete días en el crucero?, ¿cómo nos dividiríamos en los camarotes?, ¿qué tipo de camarotes nos reservarán?, mil y un preguntas que surgieron los meses previos a que el viaje e itinerario se seleccionaran.
Finalmente el sueño comienza a tener forma… al caribe, siete días, camarotes internos, salida desde Miami, para ello… reservar vuelos, copias de visas y pasaportes, reservar crucero, pedir permisos en los trabajos de cada uno. Y la cuenta regresiva continuaba…
Que si la cena de capitán con corbata, que si a los hombres nos aceptan con guayabera, que si de vestido largo o corto, que si llevamos mucha o poca ropa, que si se puede lavar en el barco, que a qué hora zarpa y a qué hora abordamos, qué cuando llega cada familia, qué donde nos hospedaremos la noche previa, etc. etc. etc.
Fueron meses de preparación, sueños, ideas, llamadas, coordinación de fechas, itinerarios, pero nada se logró interponer para que la fantasía de los abuelos de tenernos a todos juntos se llevara a cabo.
 

1 comentario:

  1. A los preliminares yo le agregaría todo el rollo de la logística previa al viaje: reservas de hotel (que por cierto conseguí a muy buen precio incluyendo el traslado al puerto), reservas de coches (que Marisa, Malú y Jaime no tenían hasta una semana antes del viaje), dar de alta los datos de todo mundo en la página web, la inscripción de los niños en los clubes infantiles (que al final nunca fueron), dando lata a la señora de la agencia de viajes para que nos hiciera un upgrade de los camarotes (que nunca llegó), en fin, ida y vuelta de e-mails y llamadas telefónicas para estar listos para el viaje.

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